25.2.09

11. Larga distancia

Una noche, en el refugio, comenzó a sonar el teléfono. Sonaba y sonaba… Lo oía desde la habitación de cuatro literas donde dormíamos. La curiosidad me pudo y me levanté con cuidado de no despertar a nadie. Salí de la habitación y recorrí descalzo el espacio común que llevaba hasta la recepción. Allí estaba el aparato, sonando sin descanso. Me acerqué, descolgué casi a cámara lenta y dije: sí?
Sentí un agradable calor durante unos instantes, un suave y casi sensual susurro me precipitaba hasta mi hogar. Me trasladé mentalmente hasta allí, sintiendo cerca todo aquello que echaba de menos… Pero el susurro se fue alejando poco a poco, desvaneciéndose en el tiempo, hasta que la línea quedó completamente muda y fría, helándome la sangre.

Un lobo aúlla a la muerte, una vez más.