3.3.09

12. El fino hilo que sujeta la Luna

La muerte, sin duda, es la vuelta.
Y más, ciertamente, en algunas ocasiones.
Esta fue una de esas.
Aunque realmente no encontraba un hilo conductor al principio, él solo fue brotando con la sucesión de acontecimientos que, agazapados, supieron esperar el momento de embestir.

Y así quedé vapuleado, tirado, arrastrado, pateado.
Quedé, pese a todo, inmóvil, contemplando como ocurría lo que ocurría.
Cómo un río embalsado durante años corría al fin libre, destrozando la presa que antaño intentó obtener un sólo fruto de él.

Muerte vacía y oscura. Muerte a traición.

Del cielo al infierno.
Y del infierno a la introspección. Más todavía.
Y ahí estaba el principio del hilo.

Y comenzar a tirar… Y entonces resurgir, rebrotar, encender el mayor fuego jamás conocido por la Humanidad. La gran hoguera de la energía vital. La supernova del alma. La gran composición sideral.
La llama de la vida tras la vida.
El grito en el silencio de la negra noche.
La explosión de estrellas en ese grito.
El enmudecer bajo esa explosión. El enmudecer y aguantar la respiración, pues lo que viene a continuación me sobrecoge.