Será la lluvia, que frena las palabras y los pensamientos.
Será la lluvia que diluye, en cada gota, la realidad.
Y en cada gota se estrella un alma contra el suelo, rompiéndose en diminutos fragmentos, vaporizándose ante la mirada atónita del melancólico, que no hace sino intentar volver a unir sus recuerdos, mientras el agua borra su mirada ausente, que ya no ve, ni conoce esa realidad.
Huele a tierra mojada y a recuerdo de infancia.
Truena.